jueves, 6 de diciembre de 2012

Cuenta la leyenda...



¿Quién no ha oído alguna vez aquello de “Cuenta la leyenda…”? Es una expresión muy usada en el castellano para contar un hecho que, a la vista del mundo, puede parecer inverosímil. Todos contamos dichos relatos, pero ninguno lo puede hacer como los grandes maestros del romanticismo del siglo XIX como los norteamericanos Washington Irving o Edgar Allan Poe, aunque no debemos dejar en el tintero al mayor representante de este género en nuestro país, Gustavo Adolfo Bécquer.

Y es que estos grandes autores han sabido reflejar en sus obras, a la perfección, todas las creencias populares que han ido pasando de padres a hijos a lo largo de toda la historia. Estos autores, en parte, son cronistas que han plasmado en sus novelas relatos que podríamos haber perdido y que no conoceríamos a hoy día si no fuese por su costosa labor.

Edgar Allan Poe fue el máximo representante del romanticismo durante el siglo XIX en Estados Unidos y es que relatos tan conocidos como La verdad del caso del señor Valdemar, El entierro prematuro o El corazón delator, son obras que ya han quedado grabadas para la posteridad en todos aquellos que se hayan atrevido a escudriñar en el mundo de las sombras relatado por Poe con gran maestría. Todas ellas tienen un nexo en común, las muertes inesperadas de muchos de sus personajes y en muchas ocasiones aparecen entes indescriptibles que pueden llegar a causar miedo en el lector si éste es sensible a las leyendas terroríficas que tan bien se le dan a este autor estadounidense.


Washington Irving, por su parte, prefirió plasmar en sus hojas las leyendas que escuchó sobre los reyes nazaríes cuando fue embajador de los Estados Unidos en España durante la primera mitad del siglo XIX. En su relato nos cuenta cómo fue progresando la construcción de lo que hoy es La Alhambra de Granada, un conjunto de palacios donde se puede observar la grandeza e influencia del mundo arábigo dentro de la península ibérica aún cuando ésta estaba, en su totalidad, bajo el gobierno cristiano en plena Reconquista. En estas leyendas, además, cuenta con personajes fantásticos llegados desde lugares lejanos y con innumerable cantidad de años a sus espaldas que trabajan fatigosamente para el bienestar de la dinastía Nazarí en el Reino de Granada. Historias de amor y desamor bajo el marco encantado de uno de los monumentos más representativos del arte musulmán en España.



Gustavo Adolfo Bécquer es el mayor representante del romanticismo en España. No sólo ha sido importante por sus poemas de amor, también por sus leyendas que han avivado la historia popular de nuestro país. En sus relatos combina el misterio con el amor y juega con las luces y sombras de los encantos y hechizos que siempre han pasado de boca a boca por la cultura hispana.


Ahora, en pleno siglo XXI, poco asustan las leyendas que se narran en los libros de Bécquer o Edgar Allan Poe, pero no por ello hay que quitarles el mérito de plasmar parte de la cultura universal que ha estado pululando por la cultura de cada país durante muchos siglos y que, gracias a ellos, podemos disfrutar en la actualidad.

Alba Berlanga

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