¿Quién no ha oído alguna vez aquello de “Cuenta la
leyenda…”? Es una expresión muy usada en el castellano para contar un hecho
que, a la vista del mundo, puede parecer inverosímil. Todos contamos dichos
relatos, pero ninguno lo puede hacer como los grandes maestros del romanticismo
del siglo XIX como los norteamericanos Washington Irving o Edgar Allan Poe,
aunque no debemos dejar en el tintero al mayor representante de este género en
nuestro país, Gustavo Adolfo Bécquer.
Y es que estos grandes autores han sabido reflejar
en sus obras, a la perfección, todas las creencias populares que han ido
pasando de padres a hijos a lo largo de toda la historia. Estos autores, en
parte, son cronistas que han plasmado en sus novelas relatos que podríamos
haber perdido y que no conoceríamos a hoy día si no fuese por su costosa labor.
Edgar Allan Poe fue el máximo representante del
romanticismo durante el siglo XIX en Estados Unidos y es que relatos tan
conocidos como La verdad del caso del señor Valdemar, El entierro prematuro o El
corazón delator, son obras que ya han quedado grabadas para la posteridad en
todos aquellos que se hayan atrevido a escudriñar en el mundo de las sombras
relatado por Poe con gran maestría. Todas ellas tienen un nexo en común, las
muertes inesperadas de muchos de sus personajes y en muchas ocasiones aparecen
entes indescriptibles que pueden llegar a causar miedo en el lector si éste es
sensible a las leyendas terroríficas que tan bien se le dan a este autor
estadounidense.
Washington Irving, por su parte, prefirió plasmar en
sus hojas las leyendas que escuchó sobre los reyes nazaríes cuando fue
embajador de los Estados Unidos en España durante la primera mitad del siglo
XIX. En su relato nos cuenta cómo fue progresando la construcción de lo que hoy
es La Alhambra de Granada, un conjunto de palacios donde se puede observar la
grandeza e influencia del mundo arábigo dentro de la península ibérica aún
cuando ésta estaba, en su totalidad, bajo el gobierno cristiano en plena
Reconquista. En estas leyendas, además, cuenta con personajes fantásticos
llegados desde lugares lejanos y con innumerable cantidad de años a sus
espaldas que trabajan fatigosamente para el bienestar de la dinastía Nazarí en
el Reino de Granada. Historias de amor y desamor bajo el marco encantado de uno
de los monumentos más representativos del arte musulmán en España.
Gustavo Adolfo Bécquer es el mayor representante del
romanticismo en España. No sólo ha sido importante por sus poemas de amor,
también por sus leyendas que han avivado la historia popular de nuestro país.
En sus relatos combina el misterio con el amor y juega con las luces y sombras
de los encantos y hechizos que siempre han pasado de boca a boca por la cultura
hispana.
Ahora, en pleno siglo XXI, poco asustan las leyendas
que se narran en los libros de Bécquer o Edgar Allan Poe, pero no por ello hay
que quitarles el mérito de plasmar parte de la cultura universal que ha estado
pululando por la cultura de cada país durante muchos siglos y que, gracias a
ellos, podemos disfrutar en la actualidad.
Alba Berlanga
Alba Berlanga
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