jueves, 30 de octubre de 2014

La gente feliz lee y toma café

“Nuestro primer beso había tenido sabor a cerveza. ¿ Cuántas veces nos reímos de aquello? Con veinte años el romanticismo es lo de menos”

Un día..., eso es lo que me ha llevado acabar esta novela. Desde ayer, me ronda una frase constante en la cabeza. “Un libro es como un viaje”.

Siempre, desde pequeña, me han hablado de los libros como un compañero de viaje, cada historia, cada página es un nuevo lugar, una nueva experiencia que te recorre de arriba abajo y te transporta a vidas y problemas que no son tuyos pero que los interiorizas tanto que acaban siéndolo. De lo que no me avisaron es de la melancolía que muchos de ellos dejan impregnada en ti al terminarlos.

Es el caso de la novela que nos concierne hoy. La gente feliz lee y toma café no cuenta nada nuevo, no es un argumento que no hayamos leído con anterioridad, pero quizás, si es nueva la forma y delicadeza que tiene la autora de narrarlo.

Se han escrito a lo largo de los años, muchos post sobre aquellas novelas que te invitan a viajar. Y no me refiero a lo anteriormente mencionado, sino literalmente, aquellas novelas que te describen tan bien los lugares donde transcurre la historia, que te dan ganas de liarte la manta a la cabeza y coger el primer avión destino, en este caso, Irlanda.
La novela transcurre en Irlanda y París. Ambos lugares los conozco de buena mano. Sobre todo la isla esmeralda en la que he tenido el privilegio de vivir. Por eso da gusto leer una novela bien documentada en la que la descripción de los escenarios y de su gente. 

Bien, la novela ya cuenta con el privilegio de transcurrir en dos lugares que siempre atraen al lector. Sumándole un título original al que los lectores de raza no podemos resistirnos.

En cuanto al personaje principal tenía mis dudas de si sería capaz de identificarme con ella o llegar incluso a empatizar. Pero me ha sorprendido el giro que da Agnès Martin- Lugand para sin importar si eres esposa, madre, hija, o la vecina del quinto seas capaz de ser Diane. 

Desde la primera página te conviertes en ella, y su dolor es el tuyo. Porque todos, antes o después, en situaciones similares o no, hemos tenido ganas de rendirnos, ganas de decir basta. Se acabó. Pero llámalo fuerza interior, destino o simplemente arrebato, conseguimos levantarnos y empezar de nuevo en otro lugar. Porque muchas  veces no viajamos para cambiar de lugar, sino de ideas.

Esto es precisamente lo que mueve a Diane a dejar París, y mudarse a un pueblo en  medio de la nada en Irlanda. De la noche a la mañana pierde a su marido y su hija de apenas 5 años. Y se encuentra en un estado de “ dejar que el tiempo me pase”. Alejada de su familia, de su trabajo en el café literario La gente feliz lee y toma café, y de cualquier rutina que la haga sentir humana, Diane vive su día a día enfundada en la ropa de su marido, abrazada al peluche de su hija e incapaz de mover un solo objeto del sitio donde lo dejaron Colin y Clara antes de morir. Solo mantiene relación con su mejor amigo y socio en el café literario, Félix.

A pesar de ser el único privilegiado en mantener el contacto con ella no ha sido capaz de sacarla de la espiral de tristeza en la que está sumida. Hasta que un día le propone ir de viaje. Diane escandalizada por el hecho de tener que aguantar a Félix quince días en la playa y tener que mantener una relación humana con alguien decide escapar. Para ello, el primer recuerdo que le viene a la mente es que su marido siempre quiso visitar Irlanda. Así que sin más, deja su piso y todo lo que una vez formó parte de su vida y se traslada a vivir a un cottage en Irlanda.

Allí empezará de cero, sin tener que contarle a nadie su propio infierno personal. Aunque sigue con la idea en la cabeza no de establecer relación con ninguna persona, animal o cosa viviente, pronto la calidez y la amistad de los irlandeses le harán recuperar el sentido de la vida. Y conseguirá incluso volver a amar como la mujer que una vez fue.

Después de narraros el argumento sutilmente, me gustaría daros mi opinión sobre la novela...


Es fácil de leer, y bastante previsible en el argumento de toda la novela. A pesar de ello, el final no te lo esperas y cuando la terminas solo retumba una frase en tu cabeza: NO PUEDE TERMINAR ASÍ!!!!
Es un final triste, pero en cierto modo esperanzador si no pierdes de vista el motivo que llevó a Diane a vivir en Irlanda.

La historia esta cohesionada, y tan delicadamente narrada que no la puedes dejar ni un minuto. Los personajes están tan bien fundamentados en su propia cultura que es imposible no imaginarlos en tu cabeza. Todos los que hayáis estado en Irlanda y París en seguida entenderéis a Judith, Edward, Abby, Jack, Dinae y Félix.

Y lo mejor de todo es la moraleja del libro: de todo se sale, se aprende y se puede sacar ( a la larga) algo positivo. Hasta de la muerte de un marido y un hijo.

Definitivamente La gente feliz lee y toma café es un libro que cuando lo terminas sigue presente en la mente.

Altamente recomendable.

Ficha Técnica:

Autora: Agnès Martin-Lugan

Traducción: Juan Carlos Durán Romero 
Editorial: Alfaguara
Colección: Literaturas
Páginas: 200
Publicación: 05/02/2014
Formato: 15x25 Encuadernación: Rústica
Precio: 17,00 €
ISBN: 9788420416533 
Otros formatos: Ebook: 8,99 €